LOS FALSOS POSITIVOS



Modalidades enfermizas de huida de la realidad en la sociedad contemporánea, por alternativa y culta que sea.

Qué harto estoy de la gente que se hace la optimista. Y cómo se pueden todos ir a hacer puñetas de encaje de seda a Flandes. Qué cansinos los que se creen que “ser positivos” es como pertenecer al club de la gente que detenta el monopolio de la salud mental, y que los demás quedamos fuera de este club, claro está, por elección y defecto propio. ¿Es usted uno de ellos? Podría ser. Si a las primeras frases de este párrafo una de sus respuestas posibles sería “hombre, mejor el optimismo que otra cosa”, o “la gente optimista hace lo que puede” y demás, puede que el texto a continuación esté dedicado a usted.
Pero antes, les contaré un pequeño gran secreto: la gente que se declara “positiva” puede ser profundamente destructiva en sus resultados vitales, y la gente que ustedes califican como negativa probablemente hagan más por el mundo y por los demás que usted y todos sus amigos positivos, en pandilla positiva. Usted no tiene ni idea de lo que es "positivo" o "negativo", y si usted lo supiera y otros millones de habitantes de la Tierra lo supieran, no estaríamos como estamos. De grandes positivos está petado el infierno, hay overbooking, Satán ya se aburre de los que se queman en sus hogueras eternas y aún dicen “podría ser peor” o “no es culpa de nadie”. Sepan que los peores seres humanos de la Horroristoria eran habitualmente muy echados palante, animosos, entusiastas… además de que la mayoría creían estar del lado del “bien”. Ahí queda eso.

Hasta los huevos estoy, ya. Estamos como estamos, viviendo una hecatombe humanoplanetaria y sin embargo hay quien decide prestar mil atenciones al gatito que hace gracias en Youtube o a qué delicatessen comprar para la cena de mañana… pero cero atención a qué energúmenos vota, o a lo que pasa en los talleres de Bangladesh donde cosen la ropa de H&M y Zara, esa que luego se compran para salir a ligar y aparecer en sus fotos de redes sociales haciéndose los modernos adaptados, pero distintos a todos los demás que visten igual. A ver, yo puedo ser superficial, fiestero y ñoño como el que más… siempre y cuando sepa en qué mundo vivo y no sea todas esas cosas para no enterarme del mundo en el que vivo. Al menos lo intento. Qué daño nos están haciendo los realities de la MTV, válgame Cristo Redentor.

Hoy en día, con esto de que muchos estamos siendo convertidos en militantes antisistema” (sin tener ni la más mínima vocación de ello, oye, que ya preferiríamos dedicar nuestras preciosas energías a otras cosas más egosatisfactorias), resulta que hay unos angelicos que se dedican a bombardear sistemáticamente cualquier intento de concienciación social, a veces desde las sonrisas y ese postureo chulesco de ahora, típico de esos con menos memoria y menos conciencia y menos empatía que un pez. No me refiero en este caso a los necios prosistema, tertulianos de la TDT·PP, ni a los políticos… todos esos los pobres lo que temen es acabar en la guillotina, sino que me refiero a los otros. A los demás. A los que dicen estar “de tu lado”, con los que hablas en la calle y sales de copas. Los “guays”. Amigos, amigos de amigos, familiares o conocidos de familiares, ex colegas de ex trabajos, ex´s en general, y demás. Ese 75% de “amigos” de la red social favorita de cada cual, cuyo objetivo en la vida es -automáticamente, como un resorte- rebajar, matizar, sombrear, aclarar, enfocar o desviar todas y cada una de las aportaciones ajenas para (en la humilde medida de cada uno) crear un mundo mejor, (cosa que por otra parte creo totalmente imposible, y por esa frase sí dejo que se me etiquete como pesimista, porque sepan ustedes que esto ya no tiene remedio y vamos directos a cumplir el Apocalipsis, antes o después, y que todos perderemos todo, pero todo, tarde o temprano). En definitiva hablo de todos esos, digámoslo claramente, que lo que quieren es quitarte la razón sea como sea y que desaparezcas tú y tu mensaje de mierda. Esos que identifican realismo con pesimismo, ergo para ellos un realista (o un verdadero periodista) es un pesimista. Lo cual, por otra parte, es cierto: realismo=pesimismo, ya que la realidad planetaria manifestada, y no te quiero ni contar la que falta por manifestarse, es una mierda colosal y lo lleva siendo desde eones. La pega es que ellos consideran que ser realista-pesimista es algo maligno, peyorativo, una enfermedad infecciosa a exterminar con el antibiótico (léase, anti-vida) correspondiente, dependiendo de qué tipo de Falso Positivo estemos hablando, y no sólo eso, sino que lo hacen para huir despavoridos de la realidad, y más aún, de lo que -saben que- se les vendrá encima tarde o temprano.

Vamos con la clasificación, así grosso modo, de los Falsos Positivos:

El Piruleto: por muy inteligente, exitoso, lúcido y hasta simpático que sea, el Piruleto no admite nada parecido a la cruel realidad, a no ser que la use para hacer ficción/música/lienzos/publicidad/networking y ganar dinero con ello (lo cual no sólo es loable, sino que me da envidia), lo mismo que los traficantes de gladiadores se forraban más y más cuanto más en decadente barrena entraba el Imperio Romano. Aunque el Piruleto esté de complejos, traumas y carencias hasta el culo (o desde el culo), la tendencia de este Falso Positivo será siempre hacer un ejercicio de “sencillismo colorista”, caiga quien caiga. ¿Con esto qué quiero decir…? Bien, ejemplo gráfico: colgarán en su muro de Facebook una foto del vetusto peluche de su infancia, que ahora reposa sobre el cabecero de la cama en la cual follan como súcubos embriagados y descoyuntados cuando les dejan, y el post que añadirán será tipo: “A mi gato Berto le gusta su nuevo sitio”, haciendo gala de una neoinocencia sacada de la manga que, por supuesto, esconde justo lo contrario. (La versión femenina de esto es muy dada a los corazoncitos, las fotos de cosas raras que dibujan sonrisas en el cielo, a flores y a cosas del mundo pastel.)
Serán de trato agradable, y mirarán a las personas crispadas, reivindicativas, militantes o similares con una condescendencia light, distante y hasta risueña tipo profesora de parvulario. Serán unos adalides de “la sencillez de las pequeñas cosas” y se sumarán a la nueva especie de moda, muy de blog y de post y de iCosas; que también podemos denominar “la nueva burguesía pop”.

El Metafísico: éste se defenderá de cualquier dato “inarmónico” con arrebatos propios de la Nueva Era (arrebatos paradójicamente arraigados en lo más profundo del judeocristianismo); a saber: “si emites tanta negatividad, o estás pensando esas cosas, las vas a atraer” (condenación). O, “fíjate cómo estaría el mundo si todos pensáramos así, o si nos dedicáramos a ver lo malo” (pecado). Perdona, querida, pero el mundo ya iba mal de antemano, desde hace aproximadamente unos 5.000 años antes de que yo naciera, milenio arriba milenio abajo. Y por eso digo las cosas que digo. No me meteré en discusiones cosmogónicas ni esotéricas contigo sobre quién empezó qué en Gaia, pero a mí me parece muy negativo y desarmónico que tus creencias nuevaéricas te hagan ver el mundo en términos de armonía-desarmonía (bueno y malo, en definitiva, un clásico), quizá el mundo está como está gracias a mentes como la tuya, y al final vas a ser parte del problema y no de la solución, mira tú por dónde, por mucho colgante de amatista que te cuelgues u orgonita que coloques en el centro de tu casa fengshúica.

El Relativista: para este espécimen nada tiene la importancia que tú le das, jamás. Sea lo que sea lo que digas, no es taaan importante. Porque todo es relativo. El Relativista es un nazi de la razón. Me explico: ante cualquier conflicto, siempre será él quien lo pare todo y, cual excavadora desbrozadora de malos rollos, lo allane todo con el -en apariencia muy razonable- argumento de que “no hay nada blanco o negro”, “ni una cosa ni la otra”, “ambos tienen parte de razón”, “no hay que exagerar”. Todo correcto, a no ser porque esta postura es compulsiva, obligatoria, excluyente, y por completo irracional. Por sus cojones u ovarios o todo es relativo o nada es para tanto. Les presento la Dictadura del Punto Medio. El hecho de que muy frecuentemente una persona tenga bastante más razón que otra, o que por lo general dos que discuten como locos lo hacen porque uno de ellos es un perfecto hijo de la gran puta y aún no lo sabe y hay que decírselo, o que frecuentemente las cosas se acerquen bastante más al gris marengo o al blanco roto… todo eso no va con ellos. Ah, y éste es el rey del “y tú más”. Si hablas de Hitler ellos sacan a Stalin; si hablas de Fidel Castro ellos se acuerdan de Pinochet, y así, ad nauseam.
Otra costumbre del Relativista es creerse que si hay cosas buenas junto a las malas, las buenas compensan por Decreto Ley a las malas y qué guay es todo. Es decir: sí, cierto, un genocidio está ocurriendo en tiempo real en algún país exótico; sí, mi ex pareja me ha arruinado la vida y si sigue así también la muerte; sí, la gente cada vez está más loca, más empastillada, más neurasténica y más cerda en general; sí, la manía de mentir y robar al semejante se está legalizando a escala global… pero “peor se vivía en la Edad Media” (como si hubieran estado ahí), o “en alguna parte a alguien le están sucediendo cosas maravillosas”, o “hay que disfrutar del día a día, y ya está”, etc. , y este tipo de glosas razonables cuyo objetivo final es dejarte claro que el problema lo tienes tú.

El Falso Empático: éste es muy gracioso. Éste siempre te obliga a ponerte en el lugar de los demás, y lo que él jamás hace es ponerse en el tuyo. Si lo hace es sólo un ratito para que veas que lo comprende todo, pero, pero… ahhh… ¡el "pero" es la clave!: siempre pondrá un “pero” después. Garantizado. Aprovecha el momento para pegarse un baño de “buenagentismo” que le haga sentirse bien consigo mismo en comparación con el desasosiego del semejante, que evidentemente se halla en estado de enajenación emocional transitoria, al cual no tiene derecho. Son los reyes de las circunstancias eximentes: este Falso Positivo podrá exponerte mil y una circunstancias -sólo le falta hacerlo en PowerPoint- llenas de sutiles matices existenciales sobre los problemas y contextos de los demás, que “expliquen” sus comportamientos aberrantes, pifias varias, egoísmos y amoralidades crónicas, hasta llegar a puntos tan surrealistas finales tipo “es que él es así”, “o “cada uno es como es”, ya sabías lo que habíay demás frases oximoronas que no significan nada, no cambian nada, y no disculpan nada, cuyo objetivo final es dejarte claro que el problema lo tienes tú, o que desistas en tus reivindicaciones y protestas.

El Pijo: es “positivo” genéticamente, ya que si fuera negativo -o simplemente realista- cortocircuitaría mentalmente, y todo en lo que cree se vendría abajo, todo lo que vive y de lo que vive no tendría sentido, ya. Sería como el Truman de El Show de Truman, descubriendo el pastel. Su mente funciona como que así: “ya sé que hay muchos problemas en el mundo, pero tu problema es que estás así y dices esas cosas porque no tienes suficiente dinero/poder/cualificación. Si lo tuvieras sería(s) distinto, la vida sería mejor y los problemas ajenos serían verdaderamente lo que deben ser: ajenos”. Lo que sea con tal de dejarte claro que, misteriosamente, el problema lo tienes tú.

El Psicóloco (de salón): éstos son una especie muy curiosa. Su objetivo en la vida es diagnosticar y fulminar -públicamente a ser posible- las diversas neurosis, paranoias, proyecciones, tansferencias y traumas del sujeto que tengan enfrente. Realmente de cualquiera, esté enfrente o no, que ose decir o (de)mostrar cualquier cosa que altere el orden establecido (el orden que sea, de derechas, de izquierdas, alternativo, clásico, moderno o viejo). Si el Falso Positivo Psicóloco ve la foto de un par de tiernos antidisturbios en nosedónde masacrando en una esquina a un niño de diez años (ejemplo real), si la ven a secas, por sí mismos, lo que ocurre en su cerebro es un misterio para la ciencia… ahora bien, si un tercero, Fulanito Mengánez, cuelga la foto en Facebook añadiendo un comentario tipo: “los cabrones de la porra deberían pudrirse en la cárcel por terrorismo de Estado”, la atención del Falso Positivo Psicóloco automáticamente se dirige hacia el sujeto que ha colgado la foto y que ha hecho el comentario. Se produce algo denominado “transferencia proyectiva mágica social”, cuyo efecto inmediato es que lo reivindicado es menos importante a ojos del Falso Positivo Psicóloco que el reivindicante, el cual pasa a ocupar el centro de su atención y al que somete a un escrutinio psíquico amateur con la velocidad del rayo, para demostrar que la persona en cuestión “está mal”. Sus términos de psicoloquía favoritos son: “victimismo”, “amargado/a” y “resentido/a”. Si un perroflauta con pañuelo palestino grita una consigna a favor de una educación digna, la rabia que les produce el perroflauta es cien veces mayor que la que le produce un país con un sistema educativo indigno como el de, poniendo un ejemplo al azar, Expaña. ¡Y en su infinita arrogancia se permitirán mandar al psicólogo a los demás! O diagnosticar que el problema que tienes es un “enganche al pasado” y que, por tu bien (el tuyo, ¿eh?) deberías “dejarlo ir”. Espetarán un “cuánta rabia contenida hay en esas palabras”, y demás frasecitas amables cuyo objetivo final es dejarte claro que el problema lo tienes tú, y nadie más que tú.

Queridos Falsos Positivos, os conozco, y no sabéis la que os espera… Que vuestros dioses os pillen confesados.
Realmente, qué negativo este post. El problema, evidentemente, lo tengo yo. Tú no. Yo.

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