LA CODICIA ENCUBIERTA (PRIMERA PARTE): LAS ONG Y ESAS COSAS
No, no escribo mucho en mi blog, porque desde que tengo Facebook, ese arma social que carga el diablo (o sea, nos), éste me sirve como instrumento más inmediato de desahogo, interacción y actualización que el blog, a pesar de que me consta que algunos lo habéis leído a fondo, para mi estupor y sorpresa. Pero vamos al tema.
En los últimos tiempos me he convertido en un ser cascarrabias, tanto que procuro no socializar demasiado, a no ser por motivos laborales. En apariencia parezco un abuelete falangista en plena transición española. Pero todo el mundo sabe que de facha (de izquierdas o de derechas) no tengo ni la camisa, especialmente porque no suelo llevar camisas, hasta que alguien no se invente una tan versátil y sencilla de lavar y manejar como las camisetas o las sudaderas.
Entonces, ¿qué me pasa?
Bien, tengo un tema de base al que he despertado conciencialmente: la codicia. Todos sabíamos ya que money makes the world go´round y esas cosas, sí. Ya. El tema es que, a menos que uno sea uno de estos o estas estúpidas neoliberales (definición embustera por definición), nacionalcatolicista (o cada cosa por separado) o simplemente este tipo de personas tan enajenadas que se creen que la vida y los países son empresas que hay que gestionar, hay muchas maneras de ver las cosas más allá de lo dinámico aparente. Cambiemos de catalejo. La codicia se puede encontrar ahora mismo secreta y omnipresente cual pastilla de Avecrem en el caldo de la sopa de toda capa social y objetivo humano… ¿Generalizo? Pues va a ser que no tanto.
Quiero dar testimonio. He VISTO la codicia. Oh, Yisus Craist, sí, la he visto. Por dentro, desde dentro, como arquetipo, como energía, como corriente, como premisa. Y puedo asegurar ciertas cosas: la codicia terminará con esta llamada civilización, esta que Sampedro denomina mejormente “tecnobarbarie”. Pereceremos por codicia, y esto no es ninguna gracieta de columnista de periódico, perdonaquetediga. Ya está ocurriendo. Ojo, digo Codicia, no materialismo, ni egoísmo, sino Codicia. Como me ha dicho Aarón hoy, en castellano no hay sinónimos exactos, así que digo Codicia a sabiendas. Esta Codicia aúna egocentrismo, materialismo, fashionismo, consumismo, ordinariez, autoestima hiperbálica (de balar), falseamiento de la realidad manifestada -y por manifestar- y todo tipo de exaltación del deseo del individuo en estado de carencia compulsiva frente a la colectividad y el planeta. En Occidente hace mucho que hemos dejado de intentar satisfacer nuestras necesidades "básicas" poniendo en marcha una industria y un comercio dedicado a tal tarea. Ahora todo está dedicado a satisfacer nuestras proyecciones, por lo tanto el marketing se ha disparado hasta el infinito, como las proyecciones. Cada anuncio de la televisión es una palabra de un discurso de Satanás. Y esto incluye los anuncios de la Conferencia Episcopal.
Pero hoy pondré un ejemplo en el que la codicia se aleja de las manidas aberraciones bancarias, de la SGAE, del FMI (que pretende endeudar más -si cabe, que cabe- a Haití “para ayudar”), las Parises Hiltons, de la degradación que supone tener políticos profesionales que se ganan la vida a base de ocupar puestos, y ese tipo de cosas.
Hoy me quiero acordar de la codicia que envuelve a lo que, en principio, no solemos asociar con una energía de codicia. Hoy tocan las ONG u oenegéses.
Si yo digo, a bocajarrón, que este tipo de contubernios solucionativos son la tomadura de pelo mejor pensada de la historia reciente (después de lo del € y lo de las Torres Gemelas, se me olvidaba) se me va a echar todo el inframundo encima, y no tengo las espaldas hoy para tanto peso. Y no por políticamente incorrecto, sino por muchísimas cosas peores. No soy muy fan del repipi Dragó, pero cuando escribió en El Mundo un artículo poniendo a parir a los pijos de los cooperantes y a todas las estupideces de la cooperación internacional, con el tiempo (al principio yo fui un indignado más) me di cuenta, a mi pesar, de que tenía parte de razón. Y eso me duele tanto como si me obligaran a decir que Mercedes Milá es un ejemplo de ética e imparcialidad periodística.
Voy al grano: el Sistema que nos hemos dado es tan pervertido y falaz, que convierte al ciudadano de a pie en responsable y solucionador colateral de las pifias y los horrores que están cometiendo las grandes empresas, los países del primer mundo, y demás entidades concretas o difusas que -realmente- gobiernan el planeta, y que, que a nadie le quepa duda, no son exactamente los gobiernos elegidos “democráticamente”.
¿Por qué tengo yo que desanudarme el nudo en la garganta todos los días después de haber visto a los niños esqueléticos, los que viven en/de los vertederos, los que no tienen aguas o semillas porque las multinacionales las están privatizando, las calaveras de las fosas comunes en Timor Oriental, la adolescente multimutilada por una mina anti adolescente sin mutilar? ¿Por qué se me inculca que en un mundo globalizado, los errores de los demás son míos? No tengo por qué. Es un truco perfecto, pero he visto la tramoya.
¡La gran perversión de lo que acabo de decir es que alguien me acusaría por ello precisamente de egoísmo y codicia e insolidaridad! Este es el gran juego: si no juegas, eres el malo. No. Yo no he hecho nada en mi vida que, conscientemente, mate de hambre a millones de niños, deje a miles de negros obesos y pobres en la calle después de que se inundara Nueva Orleans en el país más rico y contaminante de la Tierra, ni tengo yo la culpa de que los japoneses maten a las ballenas, los canadienses a las focas, y los chinos a los tibetanos, o que en la india se dediquen a comprarse coches y más coches. YO NO TENGO LA CULPA. Podría decidir colaborar para paliar algo en algún sitio concreto (tipo emergencia, tipo traumatología), pero que no me carguen a mí con las responsabilidades, que no me chantajeen, que no hagan como si esas cosas sucedieran tipo caídas del cielo, lo mismo que un buen día cae granizo tamaño pelota de golf, o un cometa impacta con Júpiter. Esta aparente "fortuidad" es lo pervertido de la cuestión, y nos la están impregnando poro a poro. Que no. Esas cosas las provoca o las empeora alguien, en algún lado no muy lejano, y ahí es donde hay que meter mano. El Sistema es tan maquiavélico que la pifia, crea el horror o lo aumenta… y luego traslada la responsabilidad de las consecuencias a quienes no las han decidido, propagando -propaganda- la sensación generalizada de que somos todos responsables y “actuadores” en esta pantomima. No y no.
El chantaje es este: los horrores mundiales los tienes que solucionar tú. Tú, que no tienes prácticamente ni voz ni voto, porque los que tienen voz y votos, no sólo no piensan hacerlo jamás, sino que tienen la descarada intención de seguir provocando infernales situaciones planetarias que futuras ONGs y colaboradores tendrán que ir a "solucionar". Está todo del revés. Empezando por la confusión globalizada entre los verbos paliar y solucionar.
Es todo tan taaan sutil, que la Codicia no te deja ya ni ser codicioso a tu manera. Si eres codicioso, lo tienes que ser a la manera de otros, no puedes tener tu propio tipo de codicia. La codicia sólo puesta al servicio del individuo no procede, se censura, a no ser que haya intermediarios beneficiados por en medio, o que tu codicia engorde la Codicia del Sistema. Esto bien lo saben todos aquellos que han intentado realizar movimientos independientes reales dentro del status quo. A mí me llamó “rebelde” un imbécil horterilla de corbata fina y zapato fino detrás del mostrador de La Caixa cuando le dije que no quería recibir correo en casa, y podría poner miles de ejemplos más serios que no salen en los periódicos ni en la TV jamás. Intentad vivir, por ejemplo, sin tener una cuenta corriente en una entidad bancaria, la cual, puntualizo (¡!), es una empresa privada…
Cuando aparezca una ONG con el objetivo de cambiar de cuajo el concepto de comercio, de democracia, de elecciones, de economía, de frontera, de nacionalidad, de espiritualidad, de arte, de derechos y de obligaciones, de seguridad, de legislación, de energía, de contaminación, de necesidad, y que movilice para luchar contra la especulación con bienes primarios como la educación, la sanidad, la vivienda o los alimentos… cuando eso aparezca AQUÍ, no en Zimbaue, entonces me apuntaré, incluso como voluntario, activista y militante.
“¡¡¡Pues móntala tú!!!”
Pues no. Yo solo no puedo, y no tiene por qué ser tampoco mi responsabilidad montarla, paso paralímpicamente de ese tipo de retrancas psicológicas. Igual no me da la gana hacer nada. Igual lo que hago es escribir esto y punto, ¡¿tú que coño sabes?! ¿Te interesa la idea? Pues vete reuniendo gente, y luego vemos. Además, me apuesto lo que quieras a que cerca, muy cerquita de ti, hay algun asunto horroroso que está viviendo alguien en el que sí puedas efectivamente tener voz y voto, aunque sea por un segundo, y aunque sea a través de una sonrisa, por pastelón que suene.
Es decir, en resumiendas cuentas: aporta, antes de contabilizar qué aportan los demás, hombre ya. Porque ese será el tema de la segunda parte: “LAS PERSONAS (INCLUSO ÍNTIMAS Y CERCANAS) EN PERPETUO ESTADO DE RECEPCIÓN”. Seré muchísimo más cabrón, aviso.