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Mostrando entradas de abril, 2010

NO ES LO COMÚN (POST SOBRE MÚSICA CLÁSICA)

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La música clásica se suele asociar con la intelectualidad. Pero hoy voy a contar una historia diferente. En esa primera frase, tanto la palabra “clásica” como “intelectualidad” deberían ir con un par de comillas como catedrales de León y de Milán.  Primero: porque la intelectualidad es aquello que sucede cuando la mente (en el el sentido peyorativo, que diría Rosa Díez) se apropia de algo, y lo convierte en un conjunto de normas -más idealizadas que ideales- profundizadas y estructuradas por sucesivas mentes. Estas mentes acaban por conformar alguna disciplina minuciosa que sospechosamente supera en volumen y complicación al objeto original de estudio, probablemente más sencillo y menos mental que todo el corpus de tochología producido a su costa (...respiremos...). Dicho más sencillamente, me apuesto todo a que cuando Rimsky-Korsakov compuso el tercer movimiento de Scherezade o Eric Satie la primera Gymnopédie , no tenían en la cabeza estructuras fraseadas formales, ni...

LA GRAN VÍA Y LOS FINALES

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Es desconcertante cuando mi ego no se puede desmarcar de cualquier operación de marqueting- revival a gran escala, de esas que se montan las instituciones y las administraciones de tiempo en tiempo, para que los ciudadanos crean que viven en un mundo especial. Que si un Sorolla, que si un festival de tal o un bicentenario de cual. Lo que se tercie. Pero es que el centenario de la Gran Vía me toca de cerca, espacial y sanguíneamente. Mi abuela, que va a cumplir 99 años, está aquí a mi lado, hecha una pasa física y enclaustrada en su butaca verde, pero con la misma lucidez mental leonina -ahora resignada, latente- que tuvo toda su vida. Los mismos arrebatos de carácter de siempre, su cadencia elegante y precisa habitual a la hora de juntar las manos o colocar las cosas de su mesa camilla -aunque ya casi no las vea-; la tentativa de hacer ejercicios con los dedos sobre los muslos, como si pudiera aún tocar el piano, piano que no toca nunca ya, porque lo que oye no está a la altura de su...