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Sorry, estoy muy ocupado sacándome una muela, escribiendo una cosa que ya he terminado, yéndome y viniéndome de Jávea, y mil cosas más, y no tengo mucho tiempo para el blog . Voy a dedicar esta entrada (de entry , oy oy oy) a un fenómeno, en apariencia trivial, en apariencia secundario, si nos ponemos a compararlo con las desgracias del mundo (de éste) y demás enajenaciones planetarias. El otro día tuve un insight . Fue en un autobús. Siempre me ha fastidiado que la gente -de cualquier raza, edad o condición- plante la suela de los zapatos en los asientos de al lado/de en frente del bus, del tren, o de lo que sea. Es algo que siempre me ha superado, aunque en los últimos tiempos he conseguido (a base de autoobservación, no de represión… no empecemos) que este fenómeno para-anormal no me iracunde interiormente hasta el infinito y más allá. Pero el otro día volví a testificar el episodio, y lo vi como si fuera nuevo, como por primera vez. Se me escapa, se me sigue escapando. Y sé que no ...